Un paréntesis a mi amigo Erasmo Gómez Araujo

Por: Ramón Rivera Valenzuela

A Alberto Nevárez que siempre estuvo al pendiente.

Llevo varios años que intento escribir sobre la muerte de Luis Donaldo, asesinado en mala hora en el mes de Marzo, mi mal logrado intento por enésima vez, por supuesto llevaba como título aquel lugar común de Los Idus de Marzo.

Ayer por la tarde este sábado 3 de abril viendo que ya no era hora de publicarlo me enteré vía telefónica  que Erasmo Gómez Araujo, había muerto. Fue una voz dulce, amable, serena pero dolida, la que al teléfono me entregaba el mensaje: “Soy Ale, le llamó para decirle que mi abuelo acaba de fallecer”. Era la voz de su nieta Alejandra Arvayo Gómez, hija de un  gran amigo de la infancia Alejandro Arvayo y de Sara Gómez Castillo, ellos le dieron la nieta que amó con todas sus fuerzas y lo mantuvo orgulloso de ser su abuelo hasta el último día.

Comencé este escrito con un “Mi querido Erasmo”, como solía contestarle o hacerle una llamada; a lo que el siempre respondió con cierto júbilo “¡Ramoncillo!!!”.  Como si fuera una entrega editorial  lo iba a dejar así respondiendo a un impulso sentimental. Pero quizá por el sombrío humor que me envolvió después de la noticia me pareció inútil. Tan inútil como ante el féretro o la urna parece a veces el haberse afanado, el haber soñado y el haber sufrido por las cosas que se ven en apariencia tan leves, tan pueriles, tan poquitas, a la hora inevitable de tomar el lugar de cada quien en esta caravana de dolientes indefensos ante el dolor y la muerte que no es otra cosa que el linaje humano

Erasmo le guardó siempre una gran afecto y admiración a nuestra amiga Elma Laura Ahumada, a quien le comento vía telefónica que a raíz del nacimiento de twitter no es común decirlo en tantas líneas, bastaría escribir: -siento tristeza-, pero quiero dedicarle  unas líneas de despedida a Erasmo, fue parte de mi adultez, de esa adultez donde queda aún inmadurez de la juventud, para mí la mejor del mundo, por eso la amé y con ella todo lo que la rodeaba, amigos, penas, ilusiones, desencantos, sinsabores, éxitos y familia.

Aseguro y siempre lo he dicho sólo por convicción propia que todas las muertes son prematuras, especialmente la de Erasmo Gómez, un hombre conciliador. Solía decir: “Ve y sube el cerro de la campana y ve las cosas desde allá arriba, entonces podrás hacer un juicio real y verás que el problema siempre es uno y no, el otro”. Mantuvo su amor a la vida con vehemencia, nunca se amargó, se quejaba sí, pero estóicamente se levantaba firme a luchar contras las dificultades físicas y las de diario.

Tenía su mente siempre lúcida, siempre abierta a un nuevo proyecto, a las nuevas ideas, menos al uso del whats app como herramienta común, lo había logrado convencer de usarlo, no aún como medio masivo de comunicación, sólo para las funciones diarias más básicas.

Nació en Empalme, aborrecía el arroz como la mayoría de quienes nacen en familia ferrocarrilera, ya en Hermosillo trabajó en El Imparcial, fue Director de El Sonorense entre otros y culminó su vida laboral trabajando disciplinadamente en su portal, dedicado al ámbito empresarial.

Fue capaz de guardar la sencillez y la humildad aún con el gran conocimiento y datos, fechas, lugares de los acontecimientos, fue y el mismo lo decía: “ Ratón de hemeroteca”, no gustaba del caos, ni de la venganza, no le gustaba ser ignorado ni de alardear con el periodismo y lo que en el se puede hacer con la información privilegiada, sin embargo siempre encontró caminos a la reconciliación y al éxito y a  pesar de que fuimos diferentes en nuestra forma de interpretar, de hacer periodismo y dirigir nuestros medios, el toque personal de Erasmo siempre apareció en las páginas de mis proyectos: en Reportaje y ahora en integraa.org, ese toque personal que le da sentido a todo lo que uno hace y deshace, así recorrió la vida, de punta a punta, mesurado, paciente, como un mediador nato.

Solíamos durante muchos años tomar la segunda taza del café diario juntos en algún Vip’s, ahí acordábamos planeábamos e intercambiábamos opiniones, años después en algún café como el Olympus del Navarrete  solíamos recordar viejos tiempos de café del Carl’s Junior con Jorge “birote” Villaescusa y el “Cat”.

Juntos cubrimos campañas, eventos, comidas, y a veces por la tarde noche en alguna ocasión especial una que otra copa, tragos que nunca fueron veladas sino encuentros donde debatíamos y nos revelábamos experiencias que retroalimentamos con conclusiones que se pueden interpretar como consejos, como instrucciones vitales para llegar a Puerto.

En nuestras últimas conversaciones me advertía sobre “Lo fácil que es la muerte” y “lo difícil de guardar una recuperación de un mal físico”. Ese mismo día estuve pensando  que yo tenía ya varios días con pesadillas por las noches, viendo por una ventana de mi casa hacia el horizonte sentí que algo me sobrecogió, me estremeció en esos momentos, algo iba a pasar, estaba consternado, pero como todos me fue imposible descifrar más allá de ese sentimiento humano.

Todo es inútil contra el cosmos. Ni la lucha tenaz, ni presentar el cuello sumiso ante el gran matarife. “Venimos de la nada y a la nada vamos” dijo Lucrecio. Ni modo de decirte querido hermano: Nos veremos. No pasará. Tal vez volvamos a vernos a reencontrarnos, con otras formas y otros sentimientos sin alguna memoria del pasado extinto en un rincón del tiempo y el espacio.

Me pudo tu muerte, lamento tu partida, todo llega a su extinción algún día. Siempre será motivo de tristeza ver a nuestro amigo que se aleja. D.E.P mi querido Erasmo.