Ultraje a la Nación y a la Historia sonorense; relato de un atentado de la Unison a la conquista del espacio


La Unión Soviética y los Estados Unidos estaban enfrentados, acababa de suceder la invasión a Bahía Cochinos y en México algunos grupos se oponían a que nuestro país diera apoyo y dejara que el gobierno Norteamericano instalara una estación rastreadora en las cercanías de Guaymas; muchos pensaban que eso acarrarearía problemas para nuestro país con los soviéticos, otros que esto era una invasión a la soberanía nacional, pero, el acuerdo estaba ya dado, el convenio signado por López Mateos fue específicamente para el Proyecto Mercurio que se extendía del 21 de noviembre de 1960, fecha del primer lanzamiento, hasta el 15 de mayo de 1963, y el entonces Presidente de la República Mexicana lo notificó así:
«En junio fue inaugurada en Guaymas, Sonora, la estación rastreadora del Proyecto Mercurio que, por un acuerdo, en cooperación con el Gobierno de los Estados Unidos, y sin otras finalidades -debo de insistir en esto-, que las estrictamente científicas y humanitarias, permitirá a nuestros hombres de ciencia participar hasta el término del acuerdo, a fines de 1963, en observaciones directas sobre la exploración del espacio exterior».
El mensaje fue bien claro, no había «gato encerrado» en eso de permitir la instalación del sofisticado equipo pues sucedía que, al orbitar las cápsulas espaciales sobre la tierra, luego de Hawaii perdían el contacto con la nave, y encontraron en Guaymas el punto ideal para la instalación de los rastreadores, pero no era solo en Guaymas y Hawaii, en total se instalaron 18 estaciones al rededor del mundo, como lo vemos en el mapa.
La colaboración de México, de Sonora nuestro estado tanto en simulaciones, caminatas, pruebas de vehículos en la zona volcánica de El Pinacate en el Desierto de Altar y la estación rastreadora del Proyecto Mercurio en Guaymas Sonora, quedaron plasmadas en unos discos que pasaron a ser propiedad de la Universidad de Sonora
y están hechos de pequeñas piedras planas, como mosaicos, organizadas para presentar las figuras que se aprecian en las fotografías.
Se encontraban en la cara oeste del Edificio 3F, de la Universidad de Sonora y ahora se encuentran desaparecidos.