Apenas unos minutos después de que el partido presentase los documentos necesarios para modificar el nombre del comité de campaña (de Biden for President a Harris for President), el domingo, asesores demócratas se vieron desbordados por un rosario de llamadas de donantes hasta entonces desanimados, dispuestos a financiar a Harris. Un emprendedor de Silicon Valley recaudó más de un millón de dólares en 30 minutos. Alexandra Acker-Lyons, asesora de donantes demócratas que ha pasado los últimos días preparando el terreno para Harris ante las crecientes especulaciones sobre una retirada de Biden, dijo que había «recibido un aluvión de correos electrónicos, mensajes de texto y llamadas» con promesas. «Gente que no había donado nada preguntaba dónde hacerlo», dijo el domingo.
Importantes donantes
Importantes donantes demócratas, de los capaces de extender un cheque de siete u ocho cifras y que hasta el domingo apoyaban sin reservas a Biden, se sumaron inmediatamente a la candidatura de Harris, como Hoffman y Alex Soros, hijo menor y heredero del famoso filántropo —y bestia negra de los republicanos— George Soros. El delfín de la familia colgó en la red social X (antes Twitter) una fotografía suya con Harris y un mensaje entusiasta, “¡larga vida al sueño americano!”
Los apoyos no solo proceden de particulares, también es clave el papel de plataformas demócratas que orientan a los grandes donantes hacia determinadas causas; es decir, de grupos de presión políticos, también dominados por las mujeres. Emily’s List, que agrupa a grandes donantes que defienden el derecho al aborto y que respaldó a Harris durante su vicepresidencia, ofreció contribuir en el acto. Way to Win, un grupo con el mismo objetivo en el que se integran muchas partidarias de Harris, también se volcó con la vicepresidenta.
El origen étnico de Harris también sirve de banderín de enganche. Raj Goyle, un influyente demócrata de origen indio, anunció “un nivel sin precedentes de apoyo surasiático” a la aspirante a la nominación. Harris también cuenta con sus propios donantes, los que la respaldaron en las primarias de las elecciones de 2020 hasta que tiró la toalla en favor de Biden. Uno de ellos, Steve Phillips, seguidor histórico suyo, afirmó el domingo que estaba animando a los donantes y grupos con los que trabajaba a respaldar públicamente a la candidata, así como a disuadir a quienes estuvieran pensando en disputarle la titularidad, para que cerraran filas en torno a ella. Porque, así como no todos los donantes demócratas han manifestado su apoyo a Harris, también es cierto que ninguno ha respaldado a otro aspirante a la nominación presidencial. Son en su mayoría quienes prefieren una convención abierta, una suerte de miniprimarias en las que participen otros candidatos más moderados que el perfil liberal, demasiado para algunos, de Harris.
Pero el llamativo silencio de algunos dirigentes del partido, como Barack Obama, y la renuencia de destacados donantes van a la par, y de momento la candidatura a la presidencia está lejos de proclamarse. Reed Hastings, director ejecutivo de Netflix, se mostró partidario de que los delegados demócratas elijan un candidato de uno de los Estados bisagra o basculantes, si bien expresó su optimismo por el cambio. El inversor de capital riesgo Vinod Khosla defendió “un proceso abierto en la convención y no una coronación” como la de Harris. Mike Novogratz, inversor en criptomonedas —un sector que se ha pasado con armas y bagajes a los republicanos—, manifestó sus dudas sobre la idoneidad de Harris, pero le concedió el beneficio de la duda: “La comunidad de donantes con la que hablo no cree que sea la mejor para ganar, pero todos piensan que merece una oportunidad justa”.
Lo cierto es que la candidata designada por Biden parte con una enorme ventaja financiera, dada su base actual de donantes, y sus hipotéticos rivales empezarían de cero, lo cual no tendría por qué ser necesariamente un obstáculo insalvable. En el caso de que otro demócrata lograse la nominación, podría reclamar los 96 millones recaudados por la campaña de Biden en los tribunales, pero el proceso llevaría años. Otra solución menos radical, pero igualmente ardua, sería que Biden transfiriera los fondos al Comité Nacional Demócrata, o bien elegir a un candidato multimillonario, como el gobernador de Illinois J. B. Pritzker, heredero de la cadena de hoteles de lujo Hyatt, que sería capaz de autofinanciarse sin necesidad de donaciones.