Asegurar en el curso de una campaña electoral, que se mantendrán abiertas las puertas de las oficinas es una cosa, no hay promesas que un candidato no se apresure a firmar antes de analizarla.
Cumplirla desde el poder es otra cosa. De un lado de las ignominiosas rejas de fierro quedó el pueblo hermosillense del otro el alcalde, aquel candidato que les pidió el voto.